Fue entonces cuando la Naturaleza se rebeló. Empezó a talar de raíz grandes bosques de edificios, abrió su hasta entonces hermética compuerta dando paso a los rayos ultravioleta, devolvió educadamente a las ciudades los desechos que el mar había recibido y que no le pertenecían, alteró el hábitat de los seres humanos e impuso su ley, creando una jurisprudencia que estaba por encima de cualquier código o gobierno. La Naturaleza, que era sabia, paciente y poco rencorosa, intentó hacer un trato con los humanos. Les dio a elegir entre dos opciones: quedarse eternamente conviviendo con ella, siempre y cuando siguieran sus reglas a raja tabla, o seguir incumpliéndolas y vivir sólo unos pocos años más. Muchos, conscientes de las consecuencias, se adaptaron y comenzaron a cambiar sus hábitos, fieles a los dictados de la Naturaleza. Otros, excusándose en que ellos y sus allegados no lo vivirían, eligieron la segunda opción. El problema era que la Naturaleza no entendía de mayorías o de conceptos como la democracia. La unanimidad de la raza humana era la única manera de llegar a un acuerdo con ella. Así se lo transmitió una y otra vez, importunando incluso a aquellos más pobres y respetuosos. A día de hoy y estancados en la segunda opción, la Naturaleza sigue, cada vez menos paciente, esperando una respuesta distinta. Y unánime.
1 comment
Join the conversationJorge - febrero 8, 2021
Se usar bien el punto y la coma, solo están me faltaba comprender los puntos y comas en el ión largo. Creo que practicaré con algunas narraciones, están esperando que les meta mano. Gracias, me han ayudado bastante